Introducción a las mediciones de proyectos de arquitectura

Arduo trabajo y muchas veces poco reconocido supone enfrentarse a la medición de un proyecto de arquitectura. Esta labor, tradicionalmente asumida por aparejadores en el ámbito de la edificación, tiene como objetivo crear un documento en el que aparezcan ordenadas todas las unidades de obra, con sus medidas y precios unitarios, necesarias para la obtención de un activo inmobiliario, ya sea este un bloque de viviendas, un centro comercial o una residencia de estudiantes, por poner solo algunos ejemplos.

Si bien es cierto que este trabajo ha permanecido siempre un poco oculto y en un segundo plano, se puede afirmar que la generación de un documento de mediciones consistente, completo y con coherencia y fiabilidad en los datos es uno de los pilares fundamentales en los que se basa el éxito de una promoción inmobiliaria.

Vamos a hacer un pequeño recorrido en la historia de las mediciones (y presupuestos) de un proyecto de arquitectura.

Mediciones y presupuestos: un poco de historia

Cuando hablamos de la medición de un proyecto de arquitectura no podemos olvidar que tal medición es el medio o transición por la que tenemos que pasar para obtener el precio o presupuesto final de una obra. Llevando esta afirmación al extremo, podríamos concluir que, al promotor, lo que de verdad le importa es saber cuánto le va a costar ejecutar la obra, siendo el dato de presupuesto el único que va a ser de su verdadero interés. Los técnicos sabemos que para llegar a ese dato de cantidad fiable tenemos que obtener una medición precisa de todas las unidades de obra definidas durante la redacción del proyecto.

Mediciones y presupuestos en España

La evolución del documento de mediciones en España ha estado muy ligada al desarrollo de una legislación que, con el paso del tiempo, ha ido creando un marco legal en el que desarrollar los proyectos arquitectónicos. Hasta finales del siglo XIX, el documento de mediciones y presupuesto era inexistente en un proyecto arquitectónico. El control financiero o de costes de la obra se hacía según el pago de jornales y el coste de los materiales necesarios para su ejecución. Podría pensarse que no había ninguna capacidad de anticiparse el precio final de la obra pero en realidad no era así. En función del tipo y tamaño de obra, definida gráficamente, los técnicos de la época eran capaces de hacer una estimación de costes sobre experiencias pasadas, aunque no se generaban documentos que pudiéramos comparar con una medición y presupuesto “moderno” o actual.

Durante la revolución industrial del XIX, con la irrupción de muchas empresas constructoras que se hacían la competencia, se empezaron a pedir presupuestos que permitieran a los promotores elegir la empresa con la que desarrollar sus actividades inmobiliarias. Esta documentación carecía por completo de una estructura organizada de la información y, por descontado, no existía ningún tipo de estándar o base de referencia en la que apoyarse.

El documento de mediciones: primeros intentos de normalización

Así fue hasta mediados del siglo XX, donde al amparo de la creación de las primeras normas tecnológicas de la construcción denominadas inicialmente normas MV (Normas Ministerio de Vivienda) y posteriormente NBE (Normas Básicas de la Edificación), aparecieron las primeras publicaciones en España sobre el control económico de la obra.

 

Portada de libro

Portada original de la Norma Básica de la Edificación NBE

 

Todo el desarrollo normativo de la construcción en España acabó desembocando en la actual LOE (Ley de ordenación de la edificación) y su derivado, el CTE (Código Técnico de la Edificación), que son el marco legal sobre el que se desarrolla cualquier actividad inmobiliaria en la actualidad.

Estas publicaciones vinieron a poner un poco de orden en este ámbito recogiendo todo el conocimiento y experiencia acumulados hasta la época. En los créditos de la entrada incluyo algunas referencias de estas publicaciones, pero destaco aquí el Cuadro de precios del Instituto Eduardo Torroja de la Construcción y del Cemento en el año 1969. Esta publicación contenía ya una colección de unidades de obra, con su descripción, precio descompuesto y valoración unitaria que sirvieron de guía para el desarrollo de proyectos realizados en esos años.

 
Portada de libro de precios para presupuestos

Portada original del cuadro de precios del Instituto Eduardo Torroja

 
Fotografía del interior de un libro

Fotografía del índice original del Cuadro de precios del Instituto Eduardo Torroja

                      

Además, cabe destacar aquí el esfuerzo realizado por el Colegio de Aparejadores de Guadalajara, que desde el año 1984 ha ido publicando regularmente el llamado “Precio de la Construcción Centro” cuya base de datos de actividades de la construcción valorados ha sido, desde sus primeras publicaciones, un éxito a nivel nacional y sin duda se ha convertido en una referencia para todos los técnicos especializados en la elaboración de mediciones y presupuestos arquitectónicos.
 
 
Logotipo de Precio Centro

Logotipo actual de Precio de la Construcción Centro

                                         

Elaboración manual de mediciones y presupuestos 

Durante esta época de desarrollismo y expansión económica en España, el proceso según el cual se elaboraban las mediciones de un proyecto arquitectónico era totalmente manual. La fiabilidad del documento dependía al 100% de la destreza y concentración de la persona o equipo de personas que se enfrentaran a su creación. El listado de objetos, sistemas, espacios o elementos auxiliares que definían un proyecto de arquitectura se hacía de manera totalmente artesanal a partir de la documentación gráfica generada previamente, en la que se definía inicialmente la geometría general del proyecto y, en fases más avanzadas, también a partir de consideraciones constructivas que aumentaban el detalle y nivel de definición de los proyectos.
 
 
Escalímetro para mediciones y presupuestos

Escalímetro de madera

 
 
A partir de esta documentación, los especialistas en mediciones (en España, la singular figura del aparejador) eran capaces de identificar las partidas necesarias para la ejecución del proyecto y obtener su medición. El proceso era totalmente artesanal, siempre con los planos en papel como soporte de información y con la ayuda de un escalímetro y mucha paciencia. Solo a partir de los años 60 se dispuso de una calculadora que facilitase al menos la obtención de resultados totales o el recuento de elementos.
 
 
Calculadora para hacer presupuestos

Calculadora científica. Fuente: Teknofilo

 
Toda esta documentación se plasmaba en papel, donde se listaban las unidades de obra y su correspondiente medición, para a continuación asignarles un precio unitario a cada una de ellas y obtener de esta manera el presupuesto total de obra.
 
 
planilla de mediciones

Planilla de mediciones rellena a maquina de escribir. Cortesía de Jose Ángel Cánovas Morales

 
 
Las estrategias utilizadas para las mediciones eran diversas, como utilizar diferentes copias en papel de las plantas del edificio y en cada una de ellas marcar con colores, a modo de filtro, por ejemplo, las diferentes tabiquerías del proyecto o las distintas carpinterías de puertas o ventanas. Toda esta documentación en papel, que yo lo he visto, se almacenaba sobre la mesa del aparejador, que con paciencia y dedicación acababa obteniendo un documento escrito a máquina en el que se describía la totalidad de la medición y presupuesto del proyecto.
 
A modo de curiosidad destaco aquí una estrategia para obtener superficies, en especial de espacios de geometría complejas. El método consistía en recortar un cartón que representase una estancia a escala cuya superficie fuese conocida. Ese trozo de cartón era pesado en una balanza de precisión, obteniéndose un peso determinado. A continuación, con ese mismo tipo de cartón y a la misma escala se recortaba con un cúter el espacio de geometría compleja (con curvas, elipses, muros no paralelos o con la forma que fuese) y se pesaba también. Pues bien, con una simple regla de 3, a partir del peso y la superficie del primer trozo de cartón se obtenía la superficie de segundo trozo de cartón a partir del dato de su peso.
 
Ejemplo gráfico de obtención de mediciones

Ejemplo de obtención de una superficie a partir del peso de una cartulina. Fuente- Elaboración propia

 
 
Esta estrategia ilustra a la perfección el carácter artesanal de estos procederes y también el ingenio que se escondía detrás de muchas soluciones que, dicho sea de paso, se han perdido en gran medida gracias a todas las automatizaciones que tenemos a nuestro alrededor hoy en día y que, al hacernos la vida más fácil, también debilitan nuestra creatividad e inventiva.
 

Entornos CAD

 
La irrupción de las computadoras en los estudios de arquitectura supuso sin duda un gran avance allá por los años 80 del siglo pasado. Y por supuesto la aparición de programas de dibujo asistido por ordenador (CAD) llegó para revolucionar los procesos de elaboración de proyectos y, por tanto, también el de elaboración de mediciones.
 
 
Ordenador antiguo para hacer presupuestos

Ordenador años 80. Fuente: ComputerHoy

 
 
 
Pese a las reticencias iniciales de muchos técnicos, que miraban con recelo estos avances, esta tecnología que iniciaban los procesos de automatización de tareas, sin duda llegó para quedarse y todas las firmas de arquitectura e ingeniería asumieron como inevitable esta transición del tablero de dibujo a la pantalla de ordenador.
 
 
Portada de libro de AutoCAD

Portada de un manual de Autocad. Fuente: Issuu-

 
En lo que se refiere a las mediciones, la mejora del proceso fue notable. En la parte gráfica, el disponer de la geometría del edificio dibujado en CAD permitía hacer una ordenación por capas de los elementos que era de verdadera utilidad a la hora de identificar las partidas o hacer recuentos. Así, se podían aislar en el área grafica los muros, las carpinterías o los aparatos sanitarios, facilitándose así la medición de estos elementos. Determinadas partidas se podían obtener de una manera automática, como la superficie de la estancia, gracias a la posibilidad de crear polilíneas que delimitaban espacios y cuya área te devolvía el programa de forma inequívoca.
 
 
 
Planos

Ejemplo de aislado de la capa de muros en un proyecto de arquitectura. Fuente: MVBlog

 
 
Además, toda esta información se podía ir volcando en un ordenador, inicialmente en programas de edición de texto muy básicos y, poco a poco, en programas cada vez con más prestaciones que permitían estructurar la información y obtener resultados del presupuesto (parciales y totales) según se necesitara. La mejora era evidente, aunque cabe destacar que, en esa época, enfrentarse a ese cambio tecnológico no fue fácil, de la misma manera que sucede hoy en día, en donde aunque nadie duda de las bondades tecnológicas que nos ofrece el BIM, la transición es lenta y costosa.
 
El trabajo en entornos CAD aligeraba sustancialmente la tarea de medir y aumentaba la fiabilidad del documento final, sin embargo, seguía teniendo una carga “artesanal” considerable al tratarse de un entorno no paramétrico en el que la gestión de los datos era en esencia manual. Es decir, el salto cualitativo que se daba mejoraba solo en menor medida todo el proceso de elaboración de las mediciones. Esta consideración se acusaba especialmente en la gestión de modificaciones que se sucedían en el proyecto, al tener que realizarse estas de una forma no automática y donde era fácil perder el control del documento, quedando en entredicho la calidad del mismo.
 

Entornos BIM

La llegada de los entornos paramétricos de trabajo, en los que la base del proyecto es la creación de un modelo 3d cuyos elementos tienen información asociada, ha supuesto para el ámbito de las mediciones y en realidad para cualquier actividad relacionada con el proyecto arquitectónico, una revolución en los procesos, que todavía estamos asimilando y tratando de dominar.
 
El primer avance enorme que conseguimos al trabajar sobre modelos tridimensionales tiene que ver con la fiabilidad, se podría decir que casi absoluta, de la geometría de sus elementos. A medida que vamos introduciendo los elementos típicamente arquitectónicos en nuestro modelo, como suelos, muros, cubiertas o pilares, vamos a tener la posibilidad de obtener cualquier dato de su geometría, ya sea este una superficie, un volumen o una longitud. Además, cualquier modificación que sufra la geometría de estos objetos o sistemas se va a trasladar a los parámetros que nos informen del dato de medición correspondiente. Esto quiere decir que, si tenemos bien organizado nuestro modelo, vamos a estar tranquilos con respecto a las modificaciones que se vayan produciendo en el mismo, con la certeza de que el valor de la medición se va a actualizar de forma automática.
 
 
Tabla de un programa de ordenador

Ejemplo de obtención automática de una tabla de Revit de cubicaje y superficies de materiales de un proyecto de arquitectura. Fuente: elaboración propia

 
 
Una vez garantizada la fiabilidad de la geometría de los elementos, vamos a seguir recurriendo a la capacidad paramétrica de los software de modelado como Revit, para seguir asociando información a los elementos. Esto quiere decir que, de la misma forma que conocemos cuál es la geometría de un muro, por poner un ejemplo, vamos a poder asignarle un precio unitario. Y no solo eso, vamos a estar en disposición de asignarle, por ejemplo, una unidad de obra que describa los recursos necesarios para la creación de ese elemento y, también, cuáles serían los medios auxiliares necesarios para su creación.
 
Toda esta información, gracias al potencial de los software de modelado existentes en el mercado, va a poder recogerse dentro del modelo de manera ordenada y, lo que es más importante, siempre actualizada, al menos en lo que a la geometría se refiere.
 
 
Plano

Ejemplo de identificación de muros por colores dentro de un modelo de un proyecto de arquitectura. Fuente: elaboración propia

 
Destaco aquí que el proceso de mediciones, aun disponiendo de las herramientas paramétricas de hoy en día, precisa de ser elaborado normalmente por perfiles con mucha experiencia en obra. Sin duda, la automatización ha supuesto una ayuda enorme en el proceso de elaboración de las mediciones, pero hay muchísimas consideraciones que hay que tener en cuenta a la hora de redactar este documento y que todavía podríamos considerar que son terreno exclusivo de la inteligencia humana. Veremos cosas increíbles a este respecto en el futuro, (como el famoso botón mágico de los chicos de MAMBA, de lo que hablaré en las próximas entradas), pero de momento unas buenas mediciones siguen dependiendo en gran medida de la destreza de la persona que las elabora, apoyadas hoy en día de todo el potencial informático que tenemos a nuestro alcance.

Para saber mas…

 
 
 
 
 
 
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